jueves, 27 de enero de 2011

Vida soñada

Un día desperté en mi cama y me dí cuenta de que no sabía donde estaba. El mundo que veía tras la ventana tenía más colores y olores que el que había por la noche, los pajarillos cantaban alegremente e incluso la gente sonreía mientras caminaba.
Asombrada, tras frotarme los ojos y verificar que estaba despierta, me sacudí la pereza y bajé de mi cama. Mi habitación, antes helada, estaba templada y olía a ropa recién lavada; mis ojos se abrieron de golpe y mi mente me dijo asustada: "No es cierto." Abrí mi puerta y bajé las escaleras para encontrarme con una nueva sorpresa, pues mis padres y mi hermano se encontraban en casa; mis padres sonreían y mi hermano incluso reía, también los perros contagiados por esa alegría esbozaban todos una extraña sonrisa canina.
"Un café y todo estará más claro", pensé y sin detenerme me dirigí a la cocina, donde el café, por lo menos, seguía siendo lo que debía. Una taza repleta de aquél líquido oscuro y aromático pareció calmar un poco la sacudidad del despertar tan extraño, pero, al asomarme al balcón, tuve que admitir que algo pasaba. Para verificar la extraña situación, decidí poner la televisión y me encontré con los informativos de la mañana; la presentadora, alegre y dicharachera, sonreía y nos contaba que la vida era de color de rosas: no había muertes, no había maltratos, no había desastres naturales...El mundo iba rodado. Incluso la crisis, enemiga aferrima de las familias, había agachado la cabeza y los políticos habían cooperado entre sí (sí, sí) para conseguir que todos fuesemos un poquito más felices. Los bancos se habían apiadado de sus clientes y habían devuelto los inmuebles embargados, regalando además sonrisas y buenas intenciones.
La escuela había cerrado, pues los alumnos habían alcanzado el saber necesario y los profesores no tenían trabajo. Los libros habían bajado sus precios, incluso algunos te los regalaban amablemente.
Y entonces tan bella utopía se disolvió entre las arenas de los sueños, Morfeo me abandonó y me encontré tirada de nuevo en mi triste cama, dentro de mi fría habitación y de mi abandonada casa. No había nadie que riese, la señorita de las noticias anunciaba una nueva muerte y, mientras desayunaba, ví a un niño correr con su mochila al cole. Nada había cambiado y todo había sido un sueño.

martes, 25 de enero de 2011

Sueños

Sueño que tal vez, un día, tú me dirás "te quiero" ,
y olvidaremos juntos un pasado que solo fue de color negro.
Sueño que quizás mañana mientras nos miramos,
tú pienses: "la quiero" y yo diga: "te amo".
Sueño que un día no muy lejano al darme la mano,
sonrías y me digas: "Siempre estaré a tu lado".
Sueño tantas cosas como cosas deseo,
y tan a menudo me despierto como sueño.

lunes, 24 de enero de 2011

Igual que el aire al chocar con los árboles,
Doblegando y somentiendo su voluntad…
Igual que un dios tan cruel como la vida
Hace a sus fieles rezar sobre losas frías…
Así consigue abatirme tu amor.

jueves, 20 de enero de 2011

PATENTE DE CORSO, por Arturo Pérez-Reverte


Permitidme tutearos, imbéciles
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno.
Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.
No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.
De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas.
De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.
Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.
Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico».
O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.
Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet.
La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.

Editado en XL Semanal Diciembre 2007

miércoles, 19 de enero de 2011

Sobre el vacío del escritor

No sé si conocéis esa horrible sensación de tener la cabeza llena de ideas y, sin embargo, ser incapaces de ponerlas por escrito o de comunicárselas a alguien... Yo llevo ya unos días con esa amarga sensación reptando por mi cuerpo y, os puedo decir, es la peor sensación que he tenido en mi vida.
Hoy estaba intentando escribir algo profundo para el blog, pero no encontraba las palabras...tenía en la mente una idea de lo que quería transmitir, tenía imágenes de lo que quería decir, pero las palabras huían de mí y se escondían tras obstáculos que frenaban mi interés. Esos monstruos, las palabras fugitivas, me lanzaban ideas efímeras con las que distraían mi hambrienta mente y yo, consciente del engaño, no podía más que articular extraños gemidos mentales que intentaban avisar del engaño...En fin, viendo que no podía vencerlas dije: No quieren que escriba nada en concreto...pues escribiré algo que no esperan. Y así, con esa idea, me he puesto frente al teclado y mis manos empezaron a teclear palabras que, en principio, no tenían mayor sentido, pero que se han convertido en esto. Así, creo, he engañado a esas bestezuelas que querían impedir mi acceso, las he atrapado en las redes de mi entendimiento y, cual herrero experto, las he modelado con el fuego del conocimiento para alcanzar la forma que podéis ver ahora.
¡Ah, ilusas criaturas informes! Se creyeron que era posible escapar al pensamiento y pensaron poder distraerme eternamente...